Plumillas y gráficos

A lo largo de mi vida profesional he conocido numerosos fotógrafos con los que he trabajado para desarrollar los cometidos periodísticos que se nos encargaban en el acontecer diario de la información. A mi memoria vienen algunas de las parejas –periodista y fotógrafo– que en los años 70 y 80 le dieron un gran impulso al oficio de contar historias acompañadas del mejor de los grafismos captados con amplio sentido de potenciar la información en blanco y negro.


Por aquel entonces  a los dúos profesionales se nos  conocía como plumillas y reporteros gráficos. Unas parejas que enmarco en estas cuatro: Pepe Alvite/ Manolo Blanco ( El Correo  Gallego); Jesús Alvite / Lalo ( La Voz  Galicia ); Benjamín Vázquez/Cholas ( El Ideal Gallego ), y Javier García /Santiso ( Faro de Vigo). Para mí el gran precursor de los fotoperiodistas de le época fue Manolo Novoa, con el que trabajé en mis primeros años de periodismo en el rotativo local de Santiago. Novoa fue el impulsor de las fotografías que dijeran algo sobre lo que los redactores podíamos escribir. Una formación gráfica que transmitió a sus dos hijos, Alberto y Nando, que durante muchos años se dedicaron al ejercicio del periodismo gráfico. De aquellos primeros tiempos no puedo olvidar a Emilio Lavandeira que fue el gran innovador de la fotografía para prensa  y que tuvo su gran reconocimiento en Madrid donde trabajó para los mejores medios impresos hasta su incorporación a la Agencia EFE. Su gran labor como gráfico la continúa hoy su hijo Emilio en la misma agencia en la que finalizó su vida profesional su padre.


Estos innumerables recuerdos se avivaron en mí  cuando hace tan solo unos días asistí a la inauguración de la exposición  sobre Fotoxornalismo, puesta en marcha por la Asociación de Periodistas de Galicia (APG) y en la que bajo el título “A Galicia Inédita: Unha ollada diferente do fotoxornalismo galego”, más de setenta fotógrafos y periodistas se dieron la mano y demostraron, como en el pasado, la importancia del trabajo conjunto. Unos con fotografías muy demarcadoras, y los otros con la redacción de textos para que el público conozca la realidad del grafismo plasmado. La  muestra incide una vez más en que plumillas y reporteros gráficos caminan juntos para ofrecer al lector lo mejor de la simbiosis del trabajo periodístico. Algo que  se puede apreciar visitando  la exposición en la Iglesia de la Universidad.


Hoy en día el fotoperiodista tiene su espacio muy bien delimitado en el conjunto de la comunicación  escrita. En el pasado, como recordaba al comienzo del artículo, su papel era  fundamental a excepción de aquellos casos en  los que el propio periodista hacia las fotografías puesto que  la mecánica económica de funcionamiento no permitía el pago a dos personas. Todo eso ha cambiado en la actualidad. El fotoperiodista tiene su propia regulación, académica y profesional, y su lugar destacado en el conjunto de una redacción. En el pasado la gran mayoría de ellos tenían que compatibilizar el trabajo con otro al que se le conocía como  BBC, acrónimo de bodas bautizos y  comuniones.

Plumillas y gráficos

Te puede interesar